El cuidado efectivo de una cancha de tenis depende, en gran medida, de sus sistemas de drenaje. El exceso de agua deteriora los suelos y provoca daños severos; por ello, se deben prever ciertas situaciones y llevar a cabo algunas prácticas. ¿Qué se debe hacer cuando el agua emana de la cancha, desde la superficie o de manera subterránea? Civideportes tiene estos sencillos consejos.
Agua que emana de la cancha
Para evitar la inundación de suelos adyacentes –que genera asentamiento y erosión-, la cancha debe permitir el desagüe de lado a lado. Esto se hace a través de una cuneta abierta en forma de V, hecha en concreto y acero reforzado, que se sitúa en ambos lados de la cancha para que lleve el agua a una buena distancia.
Lo más aconsejable es situar las cunetas en un largo de 18 metros para aprovechar toda la superficie.
Agua que emana desde la superficie
El agua fluye hacia dentro de la cancha, y no sólo tiende a empapar los suelos adyacentes, sino que intenta filtrarse debajo de la cancha y provocar daños. La mejor forma de llevar estas aguas es desviándolas a una zona más baja. Si el terreno es principalmente plano, se pueden encaminar a un sumidero lleno de rocas que esté ubicado a unos 9 o 12 metros de profundidad.
Agua que fluye por debajo de la cancha
Cuando fluye agua subterránea, sucede de manera impredecible: algunas veces se filtra hasta que llegue a una capa de suelos impermeable (como arcilla o adobe) y luego fluye lateralmente; o en otras el agua se sitúa entre estas capas, e incluso, hacia arriba.
Muchas veces lo que se hace es instalar muros de contención, que se aseguran con tubos de hormigón alrededor de toda la superficie, en una profundidad cercana a los 4.5 metros. Sin embargo, en ocasiones los flujos de agua subterráneos son independientes, con lo cual se pueden llenar pocos tubos, y los demás, permanecer totalmente secos.
Por ello, si se sospecha que hay agua subterránea, una de las mejores soluciones es usar un revestimiento impermeable de tela. Esto detiene el flujo lateral del agua, pues un encerramiento completo crea una “falda” alrededor de la cancha que reduce la posibilidad de que haya más humedad que aumente lateralmente.
Para finalizar, es importante tener presente que no es la humedad en sí, ni la falta de ella, lo que genere expansión o contracción de los suelos; es la variación. Por ello, el objetivo siempre será estabilizar los niveles de humedad.